lunes, 29 de mayo de 2017

Los diez ladrones de tu energía

Los 10 ladrones de tu energía

Hoy te presentamos un post con Los diez ladrones de tu energía, para que leas y compartas con tus contactos de las redes sociales! 10 consejos y tips de vida hermosos para mejorar tu vida y ser feliz!

Evita que te roben energía.

Algunas personas al contarnos sus problemas, sin querer nos llenan de baja frecuencia, generando que nuestra energía positiva sea drenada. Ellos al contarnos sus problemas siempre terminan diciendo "gracias, me hizo bien que alguien me escuchara". Y claro, siempre decir lo que sentimos hace que nos sintamos bien, pero lo que nosotros debemos de hacer es proteger nuestra energía.
Escuchar a los demás es un acto compasivo, solo hay que cuidarnos.

1) Cuando alguien comience a contarte algo negativo que sucede con él no te enganches en el tema ni te veas reflejado diciendo, - a mi también me paso... - uy, yo estoy igual... porque eso es señal de que ya te contagió de su mala vibra. Solo escucha y deja que saque, da consejos, pero no hables de tus problemas.

2) Tapa tu ombligo con una mano, de ahí salen hilos energéticos que se lanzan y se conectan con las personas, cuando esos hilos se anclan a alguien negativo tu energia es drenada, tapa con una mano y evitarás esta situación.

3) Procura no sentarte frente a él, sino a un lado, así no serás receptor de esa negatividad. Así al hablar esa persona sus palabras se van al viento.

Los 10 ladrones de tu energía 

Los 10 ladrones de tu energía

PAGA TODAS TUS DEUDAS A TIEMPO. Paga a tiempo tus deudas. Y si una persona que te debe no te quiere pagar, no te desgastes cobrando imposibles. Déjalo ir.

Los 10 ladrones de tu energía

PERDONA Y DEJA PASAR EL DOLOR. Puedes elegir entre el dolor y el perdón. Aprende y continua con tu vida mirando hacia adelante, no hacia el pasado.

Los 10 ladrones de tu energía

ENTRE MÁS RÁPIDO ACEPTES, MEJOR. No malgastes tu energía lidiando con personas y cosas que no tienen intención de cambiar. Céntrate en lo que puedes mejorar.

Los 10 ladrones de tu energía

SOLUCIONA LOS EVENTOS TÓXICOS. Desde algún problema en tu familia hasta discusiones con tu pareja o necesidad de un amigo. Soluciona los eventos tóxicos de tu vida.

Los 10 ladrones de tu energía

PRIORIZA TU SALUD POR ENCIMA DEL RESTO. Cuídate, descansa y recárgate. Sin tu salud al 100% dificilmente vas a lograr los objetivos más importantes de tu vida.

Los 10 ladrones de tu energía

ORGANIZA Y OPTIMIZA TUS ESPACIOS. No hay mayor ladrón de tu energía que un espacio desorganizado y lleno de basura. Así que limpia, elimina y simplifica.

Los 10 ladrones de tu energía

DESCANSA SI LO NECESITAS Y ACTÚA SI PUEDES. Si te sientes cansado, descansa. No hay motivos para sentirte mal. Si ves una oportunidad, única en tu vida, simplemente ve y tómala.

Los 10 ladrones de tu energía

HAZ AQUELLO QUE TE HAGA FELIZ. En la medida de lo posible haz lo que te haga más feliz y disfrutes. Lo demás, busca como dejarlo en otras personas.

Los 10 ladrones de tu energía

SIEMPRE CUMPLE CON TUS PROMESAS. Si no estás 100% seguro de querer hacerlo, es preferible que digas que no desde el inicio. No prometas cosas que no sabes si vas a cumplir.

Los 10 ladrones de tu energía

DEJA IR A LAS PERSONAS NEGATIVAS. Deja de lado a las personas que solo tienen quejas, críticas y miedos. No permitas que tu mente sea el cubo de basura de los demás.

domingo, 21 de mayo de 2017

Si no fuera amor

Incluso con todas las peleas y las crisis de celos, siento que eres tú el que quiero quedarme el resto de mi vida. Podemos patalear, gritar, y separarnos mil y una y otra vez, pero siempre volveremos a estar juntos otra vez, y sabes por qué? Por qué el amor es así, si no fuera amor yo no estaríamos a la madrugada todos intercambiando mensajes, si no fuera amor yo no tendría celos de cualquier persona que llegara cerca de ti, si no fuera amor "nosotros" no habríamos durado un mes . Si no fuera amor yo no sentiría mi corazón acelerar casi a mil cuando me mandas un simple mensaje como un "hola", si no fuera amor yo no estaría dedicándote textos en un blog, hablando cuanto te amo.

si no fuera amor

viernes, 19 de mayo de 2017

Como influyen los gatos en nuestras vidas

Es sabido que un gato influye de manera positiva en nuestras vidas, sin embargo, lo que muchos no saben, es que dependiendo del tipo o raza del gato, pueden traernos muchos otros beneficios!

Si bien a veces se piensa que algunos gatos como el gato negro, trae mala suerte, para la cultura asiática y oriental ancestral parece ser todo lo contrario. Además de traer suerte, los gatos nos ayudan a reducir el estrés y curar enfermedades según la creencia popular asiática.

Aquí les dejamos un post positivo para todos aquellos que tienen gatos o están pensando en adoptar un gatito, recuerden que además de una mascota, están llevando a su hogar una energía positiva inigualable que mejorará sus vidas!

Aquí les contamos, según la creencia oriental, qué nos aporta y como influye en nuestras vidas el color y raza de cada gato, si les gustó este post, compartan con los amantes de los felinos!
Además, compartiremos en nuestra página de Facebook todas estas imágenes de gatos que tienen escrito los beneficios según el tipo de gato, para que puedan también compartir en esta red social un álbum ideal para todos los amantes de los animales, en particular de los gatos, mascotas hermosas y amorosas.

Pese a que se trata de filosofía asiática, personalmente, debo decir que estoy seguro que es cierto todo lo que se dice aquí, ya que tengo una gran afinidad con los gatos y me consta, por ser dueño de dos gatitos rayados hermosos que me llenan de buena suerte y felicidad, además de amor y alegría, tal cual dice en estas imágenes!

Como influyen los gatos en nuestras vidas

Los gatos amarillos

Los gatos amarillos poseen la energía yang y atraen la abundancia.

Los gatos blancos

Los gatos blancos reducen el estrés y te curan de muchas enfermedades.

Los gatos de tres colores

Los gatos de tres colores fortalecen tu familia.

Los gatos de dos colores

Los gatos de dos colores comparten contigo la sabiduría.

Los gatos grises

Los gatos grises traen el amor y armonía.

Los gatos negros

Los gatos negros, contrariamente a la superstición popular y occidental, protegen el hogar.

Los gatos rayados

Los gatos rayados traen la buena suerte y felicidad.

Los gatos siameses

Los gatos siameses atraen el éxito, la salud y la longevidad.

miércoles, 17 de mayo de 2017

Mi Dios es el único y verdadero

Un gato pasó casualmente junto a una asamblea de perros cuyo líder decía:
-¡Hermanos, recemos juntos y pidamos con fervor que el Gran Dios Perro nos envíe del cielo buenos y abundantes huesos!

El gato se alejó de allí, diciendo para sí:
-¡Estúpidos idolatras, ignorantes infieles!
¿Cómo es posible que le recen a ese dios de paganos y no al verdadero Gran Dios Gato, y cómo es posible que en vez de huesos no pidan ratones?


Los Isleños

Los Isleños
Casi no existen fábulas que no contengan un algo de verdad. Y con frecuencia permiten a las personas asimilar ideas que sus patrones habituales de pensamiento les impedirían digerir. En consecuencia las fábulas se han venido utilizando, y de manera especial por los sufis, para presentarnos una imagen de la vida más en armonía con sus propias percepciones que si se utilizasen ejercicios intelectuales.
Presento aquí una fábula sufi que trata de la situación humana, aunque resumiéndola y adaptándola, como siempre debe hacerse, adecuada para la época en la que se presenta. Los autores sufis consideran que las simples fábulas «para divertirse» son una forma de arte degenerada e inferior.
Los Isleños
Hace mucho tiempo existió cierta tierra lejana, habitada por una comunidad perfecta. Sus componentes no sentían temores como los que nosotros padecemos. Y en vez de incertidumbres y titubeos obraban con propósitos bien definidos y tenían una manera más plena de expresarse. No sufrían las violencias y tensiones que la humanidad actual considera esenciales para su progreso, pero sus vidas eran más completas porque otros elementos de calidad superior sustituían a aquéllos. Su modo de vivir era, pues, algo distinto al nuestro. E incluso podríamos afirmar que nuestras percepciones actuales no son más que un reflejo tosco y lejano de las verdaderas percepciones que dicha comunidad poseía.
Aquellas gentes vivían existencias reales, no semi-existencias.
Vamos a llamarles el pueblo de El Ar.
Tenían un guía, que descubrió que su país se haría inhabitable por un período de veinte mil años. Planeó el éxodo de su pueblo, siendo consciente de que sus descendientes podrían volver al mismo después de haber sufrido numerosas y difíciles pruebas.
Encontró para ellos un lugar de refugio, una isla con características remotamente similares a la de su patria de origen; pero a causa de la diferencia de clima y situación, los inmigrantes deberían sufrir ciertas transformaciones, que les permitieran adaptarse, física y mentalmente, a las nuevas circunstancias. Por ejemplo, las percepciones de carácter sutil fueron sustituidas por otras más toscas, como cuando la mano del labriego se endurece a consecuencia de las necesidades de su tarea.
Con el fin de atenuar el dolor que pudiera producirles toda comparación entre su antiguo estado y el actual, se les hizo olvidar el pasado casi por completo, no quedando de él más que una tenue reminiscencia capaz de reactivarse cuando llegara el momento.
Dicho sistema resultaba complejo pero estaba perfectamente concebido. Los órganos que permitieron a aquellas gentes sobrevivir en la isla tuvieron también la facultad de proporcionarles el goce físico y mental. Los órganos que eran realmente constructivos en el antiguo hogar quedaron en un estado latente, unidos a la tenue memoria, listos para ser reactivados a su debido tiempo.
Los inmigrantes fueron adaptándose lenta y penosamente a sus nuevas condiciones de vida. Los recursos de la isla eran tales que, dados un esfuerzo común y ciertas formas de dirección y guía, la gente sería capaz de escapar a otra isla, en el camino de regreso a su hogar original. Ésta era la primera en una sucesión de islas donde tendría lugar una aclimatación gradual.
La responsabilidad de dicha «evolución» recayó en aquellos individuos que podían mantenerla. Estos habrían de ser naturalmente pocos, ya que a la masa del pueblo le resultaba virtualmente imposible mantener vivos en su conciencia dos conocimientos conflictivos entre sí. La «ciencia especial» fue conservada por algunos expertos.
Dicho «secreto» o método de efectuar la transición se basaba en el dominio de las artes marítimas y en su aplicación práctica. Para escapar de la isla se necesitaba un instructor, materias primas, individuos, esfuerzo y conocimiento. Con estos elementos la gente aprendería a nadar y a construir navíos.
Quienes originalmente estaban a cargo de organizar las operaciones de escape expresaron de manera muy clara que para aprender a nadar o tomar parte en la construcción de buques se necesitaba una preparación previa, y así se vino haciendo satisfactoriamente durante algún tiempo.
Pero de pronto, un hombre en quien se descubrió que de momento carecía de las cualidades necesarias, se rebeló contra todo aquello y se las arregló para desarrollar una idea clave. Él había observado que el esfuerzo de escapar suponía una pesada y a menudo indeseable carga para la gente. Al mismo tiempo, muchos estaban dispuestos a creer cuanto se les dijera respecto de la operación de escape. El se dio cuenta de que, explotando estas dos circunstancias, podía adquirir poder, y también vengarse de quienes -creía él- le habían menospreciado.
Libraría a la gente de su carga asegurándoles sencillamente que la carga no existía.
 Divulgó esta proclama:
«No es necesario que el hombre integre y adiestre su mente del modo que se os ha descrito. La mente humana es ya un elemento estable y consistente. Se os ha dicho que necesitáis convertiros en artesanos para construir un navío. Pues yo os aseguro que no sólo no necesitáis ser artesanos, ¡ni siquiera necesitáis un navío! Para sobrevivir y quedar integrados en una sociedad, los isleños sólo tenemos que observar algunas reglas muy simples. Practicando el sentido común, cualidad innata en todos, lograremos cuanto se quiera en esta isla, nuestro hogar, propiedad y herencia de todos nosotros!».
El charlatán, tras haber despertado el interés del pueblo, concluyó «demostrando» su mensaje:
«Si el nadar y los barcos son una realidad, mostradnos buques que hayan efectuado la travesía y nadadores que hayan regresado».
Aquellas palabras eran un desafío para los instructores, que éstos no podían contrarrestar al estar basado en un supuesto cuya falacia ahora no podía ver la embotada muchedumbre. Porque, en efecto, los barcos no regresaban de la otra tierra y, en cuanto a los nadadores, cuando volvían habían sufrido una transformación que los hacía invisibles para el resto.
La muchedumbre insistió en que se les diera una explicación válida.
En un intento por dialogar con los revoltosos se les dijo:
«Construir buques es un arte y un oficio. El aprendizaje y el ejercicio de esta ciencia depende de técnicas especiales. Este conjunto forma una actividad completa que no podemos desmenuzar como solicitáis. En ella figura cierto elemento impalpable llamado baraka, del que se deriva la palabra “barca” o navío. Significa “sutileza” y no se os puede mostrar».
«¡Arte, oficio, conjunto, baraka… tontadas!», gritaron los sublevados.
Así que ahorcaron a cuantos artesanos constructores de barcos pudieron encontrar.
El nuevo evangelio fue recibido por todos como un signo de liberación. ¡El hombre acababa de descubrir su propia madurez! Sentían, al menos momentáneamente, que habían sido liberados de responsabilidad.
Muchos otros modos de pensar pronto fueron barridos por la simplicidad y comodidad del concepto revolucionario. Pronto se consideró un factor básico que nunca había sido desafiado por ningún ser racional. Racional, por supuesto, quería decir cualquiera que armonizase con la propia teoría general sobre la cual descansaba ahora la sociedad.
Se tacharon de irracionales las ideas opuestas a la nueva ideología. Cualquier cosa irracional era mala. A partir de ahí, el individuo tenía que suprimir cualquier duda o dirigirla en otra dirección, ya que precisaba mostrarse racional a toda costa.
No era muy difícil ser racional, bastaba con adherirse a los valores establecidos. Por otra parte abundaban las pruebas de la veracidad de dicho raciocinio, siempre y cuando no se proyectara sobre algo situado fuera de la vida en la isla.
La sociedad se había equilibrado temporalmente dentro de la isla, y parecía proporcionar una convincente plenitud, al menos desde su propio punto de vista. Estaba basada sobre la razón más la emoción, ambas aparentemente plausibles. Se permitían, por ejemplo, el canibalismo sobre una base racional. Considerando que el cuerpo humano es comestible y que lo comestible es alimento, el cuerpo humano es, pues, alimento. Con el fin de compensar la poca consistencia de dicho razonamiento se hacía una componenda. El canibalismo quedaría controlado en interés de la sociedad. El compromiso era la característica del equilibrio temporal. De vez en cuando alguien señalaba un nuevo compromiso, y la lucha entre razón, ambición y comunidad producía algunas normas sociales nuevas.
Ya que el arte de construir barcos no tenía una aplicación clara dentro de esta sociedad, el esfuerzo fácilmente podía considerarse absurdo. No se necesitaban barcos ya que no existía lugar adonde dirigirse. Las consecuencias de ciertas suposiciones pueden presentarse de modo que «demuestren» esas suposiciones. A esto se le denomina pseudocertidumbre, sustitutivo de la verdadera certeza. Es lo que realizamos a diario cuando asumimos que viviremos otro día. Pero nuestros isleños lo aplicaban a todo.
Dos artículos en la gran Enciclopedia Universal de la Isla, nos muestra como funcionaba el proceso. Destilando su sabiduría de la única fuente de nutrición mental de la que disponían, los sabios de la isla produjeron -sin duda sinceramente- esta clase de verdades:
Se ha demostrado científicamente que esto es un absurdo, no se conocen materiales impermeables al agua en la Isla con los cuales se pueda construir tal “barco”, dejando a un lado la cuestión de si hay un destino más allá de la Isla. Predicar la “construcción de ‘barcos” es un delito grave según la Ley xvii del Código Penal, subsección J, Protección de los Crédulos. La OBSESION CON LA CONSTRUCCION DE BARCOS es una forma aguda de escapismo mental, síntoma de inadaptabilidad. Todos los ciudadanos tienen la obligación constitucional de denunciar a las autoridades sanitarias si sospechan de la existencia de tan trágica condición en cualquier individuo.
Véase: Natación; Aberraciones mentales; Delitos (serios).
Bibliografía: Smith, J.; Por qué no se pueden construir “barcos”. Universidad Insular, Monografía n.’ 1 1 5 1.
NATACIÓN: Desagradable. Supuesto método para impulsar el cuerpo a través del agua sin ahogarse, generalmente con el propósito de “alcanzar un lugar fuera de la Isla”. El “aprendiz” de esta desagradable actividad tenía que someterse a un ritual grotesco. En la primera lección se postraba en el suelo, moviendo brazos y piernas según le ordenaba un “instructor”. La totalidad del concepto se basa en el deseo de los así llamados “instructores” de dominar a los crédulos en tiempos de barbarie. Más recientemente el culto ha tomado la forma de manía epidémica.
Véase: Barco; Herejías; Pseudoartes.
Bibliografía: Brown, W. La Gran Locura de la “Natación “, 7 vols. Instituto de Lucidez Social.
Las palabras «deplorable» y «desagradable» se usaban en la isla para indicar todo aquello que fuera contrario al nuevo evangelio, conocido bajo el nombre de «Complacer». La idea implícita era que la gente se sentiría complacida, dentro de la necesidad general de complacer al Estado. El Estado representaba a todo el pueblo.
No es sorprendente, pues, que desde tiempos muy remotos la sola idea de abandonar la isla llenara de terror a la mayoría de la gente. De modo similar, los prisioneros que han pasado largos años en cautividad sienten auténtico temor cuando van a ser liberados; para ellos el «exterior» es un mundo incierto, desconocido y peligroso.
La isla no era una cárcel, pero era una jaula con barrotes invisibles más efectivos que los verdaderos.
La sociedad insular se volvió cada vez más compleja. Observaremos sólo algunas de sus características más destacadas. Su literatura era rica, y además de obras culturales había numerosos libros que explicaban las cualidades y logros de la nación. Existía también un sistema de ficción alegórico, que describía lo terrible que hubiera sido la vida, si la sociedad no se hubiera organizado de aquella forma existente y tranquilizadora.
De vez en cuando los instructores trataban de ayudar al conjunto de la comunidad para que escapara. Los capitanes se sacrificaban con el fin de restablecer un clima en el que los constructores de barcos, ahora en la clandestinidad, pudieran continuar su labor. Historiadores y sociólogos interpretaban tales esfuerzos con referencia a las condiciones en la isla, sin considerar contacto alguno con el exterior de esta sociedad cerrada. Era fácil ofrecer explicaciones verosímiles de casi todo, sin que ello implicara ningún principio de ética, ya que los eruditos continuaban estudiando con auténtica dedicación lo que parecía ser la verdad.
«¿Qué más podemos hacer?», se preguntaban, implicando con la palabra «más» que la alternativa podría ser un esfuerzo cuantitativo. O se preguntaban unos a otros «¿Qué otra cosa podemos hacer?», asumiendo que la respuesta se encontraba en «otra» cosa, algo diferente. El verdadero problema era que ellos se creían capaces de formular las preguntas, pero ignoraban que las preguntas son tan importantes como las respuestas.
Por supuesto los isleños disponían de un amplio campo para el pensamiento y la acción dentro de su pequeño dominio. La diversidad de ideas y las diferencias de opinión les daban la impresión de libertad de pensamiento. Se estimulaba el pensamiento, siempre que éste no fuese «absurdo».
Se permitía la libertad de palabra, pero resultaba de poca utilidad, al no ir acompañada del desarrollo de la comprensión, que no se cultivaba.
La labor y los esfuerzos específicos de los navegantes tuvieron que tomar aspectos diferentes, según los cambios que sufría la comunidad. Esto hizo que su realidad y existencia fuese aún más desconcertante para los estudiantes que intentaban seguirles desde el punto de vista isleño.
Entre toda esta confusión, incluso la capacidad para recordar la posibilidad de escape se convertía a veces en un obstáculo. La incipiente conciencia de la potencialidad de escape no estaba muy equilibrada. Muy a menudo los que estaban ansiosos por escapar terminaban por contentarse con algún tipo de sucedáneo. Un vago concepto de navegación no puede volverse útil sin orientación. Pero incluso quienes con más afán anhelaban construir barcos habían sido adiestrados de modo que ya creían poseer tal orientación, que ya eran maduros. Detestaban a cualquiera que indicase que necesitaban una preparación.
A menudo, versiones extravagantes acerca de nadar o construir barcos perturbaban las posibilidades de verdadero progreso. Gran parte de la culpa la tenían los abogados de la pseudonatación o de los barcos alegóricos, meros charlatanes que ofrecían lecciones a quienes eran aún demasiado débiles para nadar, o pasajes en barcos que no podían construir.
Las necesidades de la sociedad habían hecho necesarias, en un principio, ciertas formas de trabajo y pensamiento que evolucionaron hacia lo que fue conocido como ciencia. Pero este admirable enfoque, esencial en los campos en que podía aplicarse, acabó por desbordar su verdadero significado. El enfoque llamado «científico», que siguió a la revolución de «Complacer» se fue ampliando hasta abarcar toda clase de ideas. Finalmente, todo lo que no quedó comprendido entre sus límites se consideró «anticientífico», sinónimo muy conveniente para describir lo «malo». Sin que nadie se diese cuenta, las palabras cayeron prisioneras y luego se esclavizaron automáticamente.
Al no adoptar una actitud adecuada, como personas que han sido abandonadas en una sala de espera y se dedican a leer revistas enfebrecidamente, los isleños se dedicaron a encontrar sustitutos a su plena realización, que era el propósito original (y decisivo) del exilio de aquella comunidad.
Algunos consiguieron dirigir su atención, con mayor o menor éxito, hacia compromisos emocionales. Había diferente gama de emociones, aunque no existía una escala adecuada para medirlas. A todas las emociones se las consideraba «hondas» o «profundas», en cualquier caso más profundas que la ausencia de emoción. Cualquier emoción que lograra conducir a la gente hasta límites extremos, físicos y mentales, se calificaba automáticamente de «profunda».
La mayoría de las personas se fijaron objetivos, o permitieron que otros los fijasen para ellos. Lo mismo practicaban un culto tras otro, como perseguían el dinero, o intentaban alcanzar la preeminencia social. Algunos adoraban ciertas cosas y se creían superiores el resto. Otros, al repudiar lo que consideraban idolatría, se creyeron libres de ídolos y en situación de burlarse del resto.
Con el paso de los siglos, la isla quedó sembrada con los escombros de aquellos cultos. Estos escombros, a diferencia de los meramente físicos, tenían la propiedad de autoperpetuarse. Gente bien intencionada y otros combinaron los cultos, difundiéndolos como nuevos. Tanto para el aficionado corno para el intelectual, esto constituyó una mina de material académico o «iniciático», que aportaba un agradable sensación de variedad.
Proliferaron las instalaciones para gozar de «satisfacciones» limitadas. Palacios y monumentos, museos y universidades, instituciones pedagógicas, teatros y complejos deportivos llenaban la isla casi por entero. La gente se enorgullecía de la profusión de medios, muchos de los cuales creían relacionados de un modo general con la verdad absoluta, aunque no alcanzaban a definir la naturaleza de tal relación.
La construcción de barcos se vinculaba con algunas dimensiones de esta actividad, pero de un modo desconocido por la mayoría.
Clandestinamente los barcos izaban sus velas y había nadadores que continuaban enseñando natación…
Las condiciones reinantes en la isla no desalentaban totalmente a estas abnegadas gentes. Después de todo, ellos también eran originarios de la misma comunidad y estaban unidos por lazos indisolubles con ella y con su destino.
Pero a menudo tenían que tomar precauciones respecto de las atenciones de sus ciudadanos. Algunos isleños «normales» querían salvarles de sí mismos. Por una razón igualmente sublime, otros trataron de matarlos. Algunos incluso buscaron su ayuda afanosamente, pero no pudieron encontrarles.
Todas estas reacciones frente a la existencia de los nadadores eran resultado de idéntica causa, aunque filtrada a través de diferentes clases de mente. La causa era que apenas nadie sabía ahora qué era realmente un nadador, qué estaba haciendo o dónde se le podía encontrar.
Conforme la vida en la isla se hizo cada vez más compleja, una extraña pero lógica industria empezó a florecer. Su objetivo consistía en atribuir dudas respecto de la validez del sistema imperante. Tuvo éxito en absorber dudas referentes a los valores sociales, riéndose de ellos o satirizándolos. Tal actividad podía adoptar una imagen tanto triste como alegre, pero se convirtió en un ritual repetitivo. Aunque era una actividad potencialmente valiosa, a menudo se le privó de ejercer su verdadera función creativa.
La gente consideraba que, después de haber dado expresión temporal a sus incertidumbres, podía hasta cierto punto atemperarlas, conjurarlas e incluso propiciarlas. La sátira se confundió con alegoría significativa y ésta, aunque fue aceptada, no fue digerida. Obras teatrales, libros, películas, poemas, libelos, constituyeron los medios habituales para este desarrollo, aunque una importante parte de la misma actuaba en sectores más académicos. Para muchos isleños, seguir este culto con preferencia a otros más viejos significaba mayor emancipación, modernidad y progreso.
De vez en cuando aún se presentaba un candidato a un instructor de natación para hacerle un trato. Por lo general se entablaba lo que parecía ser una conversación estereotipado:
-Quiero aprender a nadar.
-¿Quiere hacer un trato respecto de ello?
-No. Lo único que quiero es poder llevarme mi tonelada de coles.
-¿Qué coles?
-El alimento que necesitaré en la otra isla.
-Allí hay mejor comida.
-No entiendo lo que me dice. No puedo estar seguro. Debo llevar mis coles.
-¿Se ha dado cuenta de que no puede nadar con una tonelada de coles?
-Entonces no puedo ir. Usted lo llama una carga. Yo lo llamo mi alimento esencial.
-Supongamos, como alegoría, que no hablamos de «coles», sino de «suposiciones», o «ideas destructivas».
-Llevaré mis coles a algún instructor que comprenda mis necesidades.
* La historia de los Sufis trata acerca de algunos de los nadadores y constructores de barcos, y también de otros que intentaron seguirles con mayor o menor éxito. Pero la fábula no ha terminado porque aún queda gente en la isla.
Los sufis usan varias claves para transmitir sus significados. Recomponga el nombre de la comunidad original -El Ar- para que se convierta en «Real». Quizás ya haya observado que el nombre adoptado por los revolucionarios en inglés «Please» (Complacer), al recomponerse forma la palabra «Asleep» (Dormido).
“Los Sufis” de Idries Shah. 1971 Ed. Kairos

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