Entre mis amistades de hace años La Naranja Mecánica era una película de culto. Se hablaba de ella en cada esquina, en cada fiesta, con una sonrisa de celebración por esa obra de arte, pero en esas conversaciones donde se erigía a Alex como un héroe inconfesado yo no lograba estar tranquila, y no sabía porqué.
Ellos hablaban de la historia y yo no lograba pasar de la escena de violación. Ellos hablaban de la violencia humana que desborda el condicionamiento social, y yo no lograba pasar de la violencia en la escena de la violación. Ellos encumbraban a la pandilla como un alter ego de manada proyectado, y yo no dejaba de pensar en el cuerpo de la mujer empujado como un muñeco de trapo entre el corrillo de violadores antes de ser violada.
¿Cómo iba yo a encontrar representación en una película donde la única mujer que aparece de manera "relevante" es burlada y violada por los protagonistas, los dueños de la historia? ¿Por qué debía participar en esas conversaciones teorizando sobre la condición humana, la sociedad o la hipocresía política cuando lo único que yo veía era violencia masculina desbordada de la cual yo, como mujer, era víctima?
Como con tantas películas hechas por hombres para hombres, con La Naranja Mecánica debía esforzarme por verme representada allí donde no lo estaba, donde no se me quería sino más bien todo lo contrario: se me despreciaba.
Hace poco alguien volvió a hablarme de esta película y descubrí que pasan los años y sigo sintiendo lo mismo. Repudio.
¿Que la fotografía, que el arte, que la historia de la película son relevantes? Estoy segura de que Kubrick tendría mucho que pensar si fuera posible que muchas mujeres, la mitad de las espectadoras de sus películas, le pudiéramos decir que su obra de arte, con toda su fotografía, sus personajes, su vestuario, su escenificación, su cámara, su guión y su historia, quedaron reducidas en nuestra mente, para muchas de nosotras, a un par de fotogramas con una mujer violada, que todo alrededor de esa escena nos parece accesorio: una excusa para llegar a esos segundos de fantasía para tantos hombres.
Esta es una sola de las cientos de películas donde los hombres se recrean filmando escenas de violaciones para el cine, y yo tengo la impresión de que cuando se les ocurren la ideas de sus películas, la violación es de las primeras posibilidades que se plantean con una sonrisa morbosa en la boca. Tienen que hacerla así la historia sea sobre Saturno, sobre metafísica, sobre caballos. Es una proyección individual de la que no pueden prescindir en su arte.
Las mujeres quedamos reducidas a cuerpos desechables y ellos se van aplaudidos, en medio de una inmensa camaradería masculina y semen, mucho semen, a celebrar.
Encontramos en Facebook esta reflexión y quisimos compartirla con ustedes.
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