AME A SUS ENEMIGOS 9-11-21
"Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen"
- Mateo 5:44
Este versículo nos dice por qué y por quién orar; Jesús está hablando, y dice: "Amad a vuestros enemigos..." Es fácil amar a sus amigos, ¿no es así?; sí, ellos son tan amorosos; aunque, los enemigos no lo son, no actúan con amor, no siempre lo tratan amorosamente, ¿cierto?
¿Notó usted lo que Jesús dijo que hiciéramos? Amad, bendecid, haced bien y orad. Si usted hace estas cosas, va a triunfar.
"Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos..." ¿Cómo puede usted hacer esto? No puede hacerlo a menos que haya nacido de nuevo y el amor de Dios esté en usted. El hombre natural no puede hacerlo - es imposible; pero la Biblia dice que "...el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones - no en nuestras cabezas - por el Espíritu Santo"; ¿Qué clase de amor?, la clase de amor de Dios.
La Biblia dice que Dios nos amó mientras que todavía éramos sus enemigos. Y nosotros podemos amar tal como Dios ama porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones; ¡así que, ame a sus enemigos! "Bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen..." Si usted sabe de alguien que lo aborrece, encuentre algo bueno que pueda hacer por ellos; cómpreles un regalo de cumpleaños y déselo; envíeles una ofrenda especial.
Una maestra de la Biblia enfrentó esta situación en su ciudad natal. Para empezar, allí, a otro ministro no le gustaban las mujeres predicadoras; algunas personas, a causa de su educación religiosa - no dije cristiana o neotestamentaria - no creen en mujeres predicadoras, y creo que de todas formas, a algunos hombres en particular, no les gustan las mujeres.
De manera que, este hombre la persiguió, hasta el punto referirse a ella por su nombre.
Ella oró: “Señor, no voy a permitir que esto me incomode, y, ¿qué podría hacer yo por él?" Al notar que la congregación de este ministro estaba luchando al tratar de pagar su iglesia, ella recogió una ofrenda y se la envió. Pues, no pasó mucho tiempo hasta cuando él la tuvo a ella en su iglesia predicando - ¡predicando exactamente en su púlpito!
¡Haz el bien! "Haced bien a los que os aborrecen". Encuentre algo que pueda hacer por ellos, envíeles una ofrenda;
aleluya, funciona - y además, es lo que es correcto hacer y está en la Biblia.
"... Y orad por los que os ultrajan y os persiguen". Desde el punto de vista natural es más fácil - si usted quiere permitirle a la carne que lo domine - pelear con ellos y responderles; pero, hace mucho tiempo aprendí que lo mejor en el mundo, que usted puede hacer, es empezar a orar por ellos.
Alguien dirá: "Sí, pero usted no entiende - usted simplemente no entiende lo que todos ellos han hecho".
Un ejemplo de andar en amor es la forma como Polly Wigglesworth trató a su esposo, Smith, antes que él llegara a ser predicador.
Smith le relató la historia al hermano Stanley Frodsham, y él la escribió.
Smith dijo: “Yo le debo mi ministerio a mi esposa (por supuesto, Dios es primero). Fue una vez en que mi negocio de gasfitería prosperaba y yo me enfrié; no iba mucho a la iglesia - en otras palabras, me alejé".
"Y cuando usted se aleja, se pone de mal genio; entonces le dije a mi mujer: `tu estás en la iglesia todo el tiempo, ¡también puedes mudar tu cama allá!'".
"`Pues, no', dijo ella, `Smith, yo no estoy allá todo el tiempo - sólo voy unas tres veces a la semana; y no te he descuidado ni a ti ni a los niños, y tú lo sabes'".
Algunas personas apenas conocen las Escrituras justo lo suficiente para ser diabólicos. Smith replicó: `Pues, yo sé que la Biblia dice que el varón es la cabeza del hogar - `Esposas, obedeced a vuestros maridos' - así que, te digo, ¡no vuelvas a ir a la iglesia!".
Polly dijo: `Vamos Smith, tu eres mi marido, y cualquier cosa que digas aquí en la casa se hará, pero tú no eres mi Señor, Jesús es mi Señor, y El dijo Id; así es que yo me] voy a la iglesia. Adiós'.
El dijo: `¡la próxima vez que vayas, te voy a dejar por fuera!' (Evidentemente, ella no tenía llaves de la casa); así que la dejó afuera.
Ella se sentó afuera, en la puerta, toda la noche. A la mañana siguiente él bajó las escaleras, abrió la puerta y encontró a Polly arropada (debió haber estado haciendo frío) y acurrucada contra la puerta; al él abrir la puerta, ella casi cayó en la cocina.
Smith contó: `ella apenas se paró de un salto sonriendo y riendo, y dijo: ‘querido, ¿qué te gustaría desayunar?' Ella actuó como si nada hubiera pasado y estaba contenta y cariñosa".
Polly preparó el desayuno favorito de su esposo, y, en seguida, Smith se sintió culpable; por supuesto.
Más tarde él dijo: `si no hubiera sido por ella, yo jamás lo habría logrado'; él llegó a ser un gran hombre de Dios y fue usado poderosamente.
EJEMPLOS DEL NUEVO TESTAMENTO
Jesús es nuestro ejemplo; recuerde que El es quien está hablando en Mateo 5:44. La Biblia nos dice que en la misma cruz, Jesús oró por quienes le habían crucificado; El dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34).
Alguien querrá argumentar: “Sí, pero Él era Jesús; Él podía hacerlo". Pero el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones.
¿Notó usted alguna vez lo que Esteban, el primer mártir, dijo al momento de su muerte?
Hechos 7:59,60
59 Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu.
60 y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.
Ahora bien, eso es amor, ¿cierto? La gente estaba matándolo a golpes, y él estaba orando por ellos.
¿Se dio cuenta, alguna vez, lo que Pedro dijo allá en 1 de Pedro 3, escribiendo a la iglesia bajo la inspiración del Espíritu Santo?
1 Pedro 3:8-10
8 Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables;
9 No devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.
10 Porque: el que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño.
Note la bendición que él dice que usted puede heredar (versículo 9). La misma palabra del griego traducida "compasivos" en el versículo 8 puede a su vez ser traducida como "misericordiosos"; es decir: "sed todos de un mismo sentir, misericordiosos". Recuerde que El dijo que no fuéramos a devolver mal por mal.
El versículo 11 continúa: "Apártese del mal, y haga el bien; busque la paz y sígala".
A mi me ha funcionado con mis propios parientes. Un día, mientras yo estaba ocupado celebrando dos servicios[[ DIARIOS]], en una gran ciudad, vino a verme mi hermano Dub; él se ofreció para hacerse cargo de algunos asuntos familiares, en mi lugar, en otra ciudad, y yo estuve de acuerdo.
Cuando él regresó a verme me informó que no le fue posible terminar la gestión por cuanto algunos familiares desconfiaron de sus motivos y lo trataron mal; de hecho, lo maldijeron.
Dub dijo: "¡no vayas allá, te golpearán!".
Yo dije: "Dub, bendito sea tu corazón, tú eres apenas un bebé en Cristo; tú no sabes cómo tratarlos". "¡Pues bien, no vayas!".
Yo dije: "tengo que ir a atender ese asunto. Mayor es el que está en mí; el que está en mí es más grande que el diablo que
hay en ellos; el Señor, que está en mí es más grande que el odio que hay en ellos. ¡Mayor! ¡Mayor! Solo es que tú todavía no sabes cómo hacerlo funcionar".
Entonces fui a [[esta]][[ESA]] ciudad, e inmediatamente una [[familiar]][[PARIENTE]] escuchó de mi visita, y me llamó afuera para hablar; nunca lo olvidaré.
Yo salí y me paré en las gradas de atrás; esta mujer vino hacia mí despotricando y bramando palabras que salían como agua saliendo de un grifo. [[A]][[HASTO]] hoy, no sé mucho de lo que ella dijo - no le presté mucha atención.
Ella vino directo hacia mi; yo estaba parado dos gradas arriba de ella mirándola hacia abajo; ella me miró a la cara, sus ojos llameaban. Virtualmente, ella estaba maldiciendo.
"Nadie va a aventajársenos en cuanto a nada", ella bramaba; "¡Ahora mismo, le diré tanto y tanto!"; ella continuó y continuó así.
Yo [[jamás]][[NO]] dije [[NI]] una palabra, y me hablaba suavemente a mí mismo; estuve allí parado, y meditaba: Mayor es el que está en mi, el amor que está en mi es Mayor que el odio, la codicia y el egoísmo que está en ella.
Entonces hice la siguiente reflexión: “Bueno, esa pobre mujer no puede dejar de actuar de esa manera - yo sé que ella está actuando pésimamente, pero ella no puede dejar de actuar de esa manera; tiene la naturaleza del diablo en ella”.
Ella prosiguió y prosiguió, e imagino que una mirada de [[piedad]][[MISERICORDIA]] cruzó por mi rostro; pero [[jamás]][[NO]] dije [[NI]] una palabra. Repentinamente ella me miró a la cara y se detuvo; balbuceaba, pero nada salía de su boca.
Ella cogió mi mano, la besó, se arrodilló y dijo: "Oh Dios mío, Ken, pon tu mano sobre mi cabeza y ora, oh, necesito oración; oh Dios mío, ¡todos necesitamos oración! ¡Pon tu mano sobre mi cabeza!"
Yo [[jamás]][[NO]] dije [[NI]] una palabra; apenas la miraba y la amaba. Sabe, usted puede ver el amor; yo nunca dije: "te amo" ó, “Jesús te ama”, sólo la miré con compasión y piedad. (Creo que algunas veces una mirada puede ser más poderosa que las palabras). [[Esta]][[ESA]] mirada la ablandó.
Yo logré llevar a cabo la transacción entre mis familiares, y los que habían sido los más difíciles, estuvieron tan amables como podían estarlo.
El es Mayor - ¡mayor, mayor!
RECOMPENSAS DEL AMOR
Yo estoy en mi año Nº 59 de salud divina; no estoy jactándome de mí mismo, me estoy jactando de Jesús. Ciertamente, no me opongo a la ciencia médica; gracias a Dios por la ciencia médica; gracias a Dios por los médicos, especialmente por médicos cristianos.
Recuerdo que en el pasado, antes de saber que había otras personas que creían en sanidad divina - pentecostales, etc. - yo era bautista, y había visto la oración de fe en Marcos 11:23 y 24 en mi lecho de enfermedad; la oré por mí mismo y fui sanado.
Una noche, estuve de visita en casa de otros buenos bautistas. (Recuerde que esto fue allá por los años 30's, época en que los médicos iban a las casas donde los llamaban).
El jefe del hogar se había enfermado, cosa que yo no sabía cuando fui a visitarles; cuando llegué, encontré que ya habían llamado al médico.
El era un buen médico bautista y, además, un hombre salvo, pero no sabía nada acerca del Bautismo del Espíritu Santo ni mucho acerca de salud divina. Antes que él llegara, la familia me pidió que orara; y aunque yo sólo era un adolescente, ellos sabían que era predicador, de modo que oré.
Esta era la época de la Depresión y la familia estaba muy intranquila, ya que quien ganaba el pan para la casa estaba enfermo, y parecía que podía ser algo bastante serio. El tenía un empleo; y usted era afortunado si tenía un empleo en esos días de la Depresión. Las calles estaban llenas de hombres por ahí sin empleo - [[SIN HACER]] nada.
Creo que el diablo le dio visiones a la familia de perder todo lo que tenían, pasando hambre y recibiendo el auxilio social. Cuando llegó el médico, pienso yo, él pudo ver la preocupación escrita en ellos. Y la primer cosa que hizo éste médico
bautista, antes que examinara al hombre, fue tomarlo de la mano y decir: "Querido hermano (eran miembros de la misma
iglesia), mira al Señor; sólo relájate y mira al Señor. El es el Sanador, yo no; voy a hacer lo que pueda para ayudarte, pero Él es el Gran Médico".
[[Por]][[AL]] decir estas palabras, suavemente, pareció que la atmósfera completa de la habitación [[cambiara]] [[CAMBIÓ]], y esa mirada de ansiedad en los rostros de los de los familiares [[aparentemente desaparecía]][[PARECÍA DESAPARECER]] a medida que descansaban en el Señor. El hombre estuvo bien en dos o tres días.
Este médico cristiano [[estaba comenzando sus]][[QUE TENÍA UNOS]] 70 años de edad [[y]] fue tan sereno y gentil, y habló con tal confianza: "¡Mira al Señor!; descansa en El; haremos lo que podemos, pero el Señor es el Gran Sanador; el puede obrar cuando nadie más puede". Eso es lo que dijo el médico bautista; él se dio cuenta de ello a través de los años y podía hablar con seguridad. Y esto trajo paz, descanso y confianza a la familia.
Creo en buenos médicos, especialmente en médicos cristianos. Y si yo necesitara un médico, buscaría alguno; si lo necesitara. Pero desde 1933 no he tenido, ni siquiera, un dolor de cabeza.
El último dolor de cabeza que tuve, lo tuve en agosto de 1933 y no he tomado ni siquiera una aspirina durante 60 años. Pero si necesitara ir al médico, iría.
En los últimos años, he enviado a algunas personas al médico, y yo mismo he pagado su cuenta; [[aún]][[INCLUSIVE]], he comprado su medicina, porque me di cuenta que la necesitaban.
No quiero ponerlo a usted en esclavitud. Si usted ha tenido que ir al médico, usted puede no haber sabido lo que yo sabía, para comenzar; pero, [[sí]] sé que si usted va a caminar en salud, va a tener que caminar cerca a Dios; va a tener que
hacer lo que El dijo aquí, y andar en amor. Le mostraré cómo lo aprendí. La escritura que me sacó del lecho de enfermedad fue Marcos 11:24:
Marcos 11:24
24 Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.
El versículo siguiente empieza así: "Y cuando estés orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno..." (v. 25).
Lo ve, usted tiene que amar a sus enemigos, tiene que bendecir a quienes lo maldicen, tiene que hacer el bien a quienes no le hacen el bien a usted; usted no está andando en perdón a menos que lo haga. Y Dios no sólo perdona, también olvida.
Cualquier número de veces, tal como cualquier otra persona, he sido tentado a no perdonar, pero me rehuso a permitir que el más mínimo rencor - lo más mínimo de mala voluntad - el más mínimo mal sentimiento - esté en mi. De hecho, si la gente empieza a hablar de mí, yo comienzo a orar por ellos; por la mañana, despierto y digo: “Dios, bendice al querido hermano fulano de tal; pues, no sé qué quiso decir con lo que dijo - eso es entre él y Tú - pero sé que Tú quieres bendecirlo; oro para que su ministerio sea bendecido; oro para que Tú le des guianza y dirección divinas; oro para que Tú lo uses y hagas de él una bendición para otros”.
No deseo ver caer a ningún ministro, ¿y usted? A menudo, la gente no sabe lo que está haciendo; Jesús dijo de quienes lo crucificaron: “perdónalos porque no saben lo que hacen”.
En la época en que yo estaba en mi segundo grado, yo vivía enojado con todo el mundo. Me sentía como si hubiera sido engañado en la vida.
Nuestro hogar estaba dividido; mi hermano mayor, Dub, tuvo que irse a vivir con unos familiares, y yo vivía con otros. No nos veíamos con mucha frecuencia.
El y yo hicimos un solemne pacto cuando él tenía 11 años y yo 9: que cuando creciéramos mataríamos a nuestro padre por lo que él le había hecho a nuestra madre. Sabíamos que en ese momento no podíamos hacerlo, pero supimos que podríamos hacerlo cuando creciéramos, y además, lo habríamos hecho; ello no habría resuelto nada, pero nos proponíamos hacerlo.
Lo único que lo preservó de ser asesinado fue el que yo fuera salvo; entonces hablé con Dub para que lo olvidara.
Yo no podía vérmelas por mí mismo, así como Dub; él era grande - a los 16 años de edad ya medía más de 1.83 mts. - y él no soportaría nada de nadie. Yo vi a Dub, a la edad de 17 años, en mi pueblo natal, McKinney, Texas, enfrentarse a la vez a cuatro hombres adultos y golpear a los cuatro.
Ambos crecimos con una mente torcida y resentidos. Si alguien de la familia ofendía a Dub, él les pegaba. Yo no podía sobresaltarme por nada, pues tenía una afección cardíaca. Si me ofendían, me decía a mí mismo: pues, eso es, ahora nunca más les volveré a hablar. Los eliminaba de mi lista y les daba el tratamiento del silencio; les daba la espalda o, incluso, cruzaba la calle a la mitad de la cuadra con tal de evitar encontrarme con ellos.
Entonces, mientras era un inválido, nací de nuevo. La Biblia dice: “...el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo...” (Ro 5:5).
No muchas semanas después que fui sanado, a la edad de 17 años, uno de mis familiares me hizo una injusticia; recuerdo que me dije a mí mismo cuando esto sucedió: “¡les daré el viejo tratamiento; no les hablaré ni tendré nada más que ver con ellos!” (todavía no había renovado mi mente con la Palabra de Dios).
Al día siguiente, después que dije eso, me dirigía hacia el centro, en el sector comercial, y vi a esta persona venir hacia mí; por mi mente cruzó el pensamiento: miraré la vitrina de este almacén y les daré la espalda. Y otro pensamiento cruzó como un rayo por mi mente: cruzaré la calle, aquí en medio de la cuadra, de tal forma que no tendré que encontrármelos.
Pero entonces algo se levantó en mi interior. La Biblia dice: “el amor de Cristo nos constriñe...” (2 Co. 5:14). Ese amor estaba en mi espíritu; yo no tenía que dejar que me dominara - pude haber dejado que mi razonamiento natural humano y la carne me dominaran - pero gracias a Dios dejé que ese amor se levantara en mi interior.
En lugar de predisponerme contra esos familiares, me dirigí para encontrarme con ellos en medio de la calle. Les extendí mi mano y estreché manos con ellos, y les dije que los amaba; dije con lágrimas: “estoy orando por ustedes y quiero que sepan algo: si de algo les ayudara, me pondría de rodillas acá mismo en la calle y besaría sus pies”.
Cuando dije eso, empezaron a llorar: “¡Ay, Dios mío; Ay, Dios mío - ayyy! ¡perdóname, perdóname, cometí una injusticia contigo, perdóname, no debí haber dicho lo que dije!”.
El amor nunca falla. Empecé a andar en amor.
Para tener comunión con Dios, andar con Dios, andar en el reino de Dios y andar en el espíritu, debemos andar en amor divino, porque la Biblia dice que Dios es amor.
Andar en amor quiere decir andar en el espíritu, ya que el amor es fruto del Espíritu.
Cuando nací de nuevo, Dios vino a ser mi Padre. El es un Dios de amor. Yo soy un hijo de amor de un Dios de amor; soy nacido de Dios y Dios es amor, de modo que soy nacido de amor. La naturaleza de Dios está en mí, y la naturaleza de Dios es amor.
No podemos decir que no tenemos su amor divino, ya que la Biblia dice que lo tenemos. Todo el mundo en la familia de Dios lo tiene, o de otra forma no son de la familia. Bueno, puede ser que no lo ejerciten, pero lo tienen.
El primer fruto de este espíritu humano recreado, nacido de nuevo, de acuerdo a la Biblia, es amor. Jesús dijo en Juan
13:35: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”.
En el versículo 34 El dice: “como yo os he amado, que también os améis unos a otros...” El nos amó cuando todavía éramos desgraciados, El nos amó cuando todavía éramos pecadores, El nos amó cuando todavía éramos sus enemigos.
Ahora piense en esto: Si Dios nos amó con ese gran amor, cuando todavía éramos pecadores, ¡piense cómo ama El a sus hijos! ¡Gloria a Dios!
El único mandamiento que Jesús nos dio fue el mandamiento del amor, y El puso el amor de Dios en nuestros corazones. Como vimos, Romanos 5:5 dice: “...el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo...”.
Sin embargo, creo que este asunto del amor lo confunde todo. Frecuentemente, cuando usted habla acerca del amor, la gente piensa en el amor humano natural. Hoy escuchamos mucho acerca del amor humano natural, pero en todo este viejo mundo no hay ningún amor como el amor de Dios. El amor humano natural es egoísta.
Yo he escuchado que la gente dice que el amor de una madre es semejante al amor de Dios, y yo mismo lo creía cuando caminaba más en el reino del alma que en el reino del espíritu, pero descubrí que eso no es verdad. Por regla general, el amor de una madre es un amor natural, y es egoísta. “Mi bebé”, “Oh, amo a mis hijos ”, “Yo los amo”.
¿Ha notado usted en la vida que las suegras rara vez tienen problemas con los yernos? Usualmente, el problema siempre es con las nueras. Verá, esa madre es egoísta; ese es su muchacho y ella no cree que haya una muchacha lo suficientemente buena para “mi muchacho” en el mundo. (Y esto sucede aún con gente nacida de nuevo, llena del Espíritu).
La razón por la que las suegras tienen problemas con sus nueras es porque no siempre caminan en amor; esto es, en amor divino. El amor de Dios está en nuestros corazones. Debemos permitirle a ese amor dominarnos. Si aprendiéramos a caminar en amor y a permitirle al amor dominarnos, ello haría una diferencia en nuestras vidas. Ello sanaría los odios en nuestros hogares.
Voy a declarar algo que es duro pero que es cierto: Esta clase de amor nunca ha estado en un tribunal de divorcio y nunca lo estará; fue amor humano natural, el que estuvo allá.
Dios quiere que crezcamos; y, gracias a Dios, podemos crecer en amor, ya que el amor es un fruto y el fruto crece. Mostrando el espíritu correcto y amando a la gente usted recogerá ricas recompensas.
EL AMOR ES EL MEJOR CAMINO
Hace algún tiempo estuve en una reunión de ministros. Los más sobresalientes líderes del Evangelio Completo y ministros de la nación estuvieron allí. Por cerca de 30 a 45 minutos enseñé sobre el tema de la “Fe”, y luego, les permití hacerme preguntas sobre la fe por cerca de otra hora y media.
Después de finalizar, ministro tras ministro vinieron a mí y abrazaron mi cuello diciendo a llantos: “Hermano Hagin, quiero que Usted me perdone; por qué, Dios mío; si yo creo todo exactamente como usted lo cree; estoy de acuerdo con usted en el cien por ciento; el problema fue que escuché algunas cosas de tercera ó cuarta mano, lo que usted cree me fue tergiversado”.
Después de esto, uno de nuestros estudiantes dijo: “Mi madre acaba de llamar y me contó que nuestro pastor se puso de pié el domingo por la mañana y dijo: ‘Hermanos, debo disculparme y tengo que hacerlo públicamente, porque llamé el nombre de un hombre públicamente. Yo dije que este mensaje de fe es todo erróneo, y mencioné el nombre de Kenneth Hagin. Pero desde que lo vi y hablé con él, quiero que todo el mundo sepa que yo creo exactamente como él cree. Quiero animarlos para que lean sus libros; quiero pedirles que me perdonen’”.
Le diré - amor es el mejor camino. A menudo la gente no quiere equivocarse; simplemente, es lo mejor que saben hacer; de modo que no voy a confundirme por ello y a perder la bendición. Nunca he tenido ningún problema con otros ministros; yo los amo, y no hablo de ellos. Si alguien más viene y me habla de un ministro, yo digo: “bueno, vamos a orar por él”.
Yo no voy por ahí llevando y trayendo chismes. Alguien dirá: “¿Qué, si es así?” Aún así, no lo haré, porque ellos pueden haberse equivocado. ¿Quién de nosotros no ha errado? ¿Sabe de alguien que no lo haya hecho?
Tal vez ellos han arreglado todo después de haber fallado. Si yo fuera por ahí llevando y trayendo chismes acerca de ellos, esto arruinaría su ministerio. Me rehuso a hacer eso; me niego a contar chismes; no tengo una caneca de basura como oído, y no voy a permitirle a nadie que vierta un montón de basura en mi oído. Si usted lo permite, ello afectará su salud.
De modo que nunca tengo problemas con otros ministros. Puede que ellos tengan algo contra mí, pero si así es, no lo sé. Recuerdo una iglesia que pastoreé. La iglesia estaba llena y rebosando cuando la dejé. Dios estaba bendiciendo. Pero
mi suegro regresó de allá de una visita y me preguntó: “¿Qué ha sucedido?” Yo dije: “no sé, ¿por qué?”
El dijo: “Fuimos allá de visita el domingo por la noche; conté, y contándonos a mi esposa y a mí, éramos 40 - con predicador y todo el mundo - sólo unos pocos sentados al frente; el recinto solía estar lleno”.
Yo dije: “No sé qué pasó”. Pocos días después tuve que ir a ese pueblo por asuntos de negocios. No visité a ningún miembro de la iglesia, porque sabía que la iglesia estaba teniendo problemas. (Con frecuencia, me daban las cuatro de la mañana orando por ese pastor de rodillas).
Pensé que me gustaría pasar por la casa del pastor, porque sabía que si el pastor me veía dando vueltas por el pueblo, él podía sospechar que yo había estado visitando a algunos de sus miembros.
Me senté en mi carro y él salió. Le conté que había ido por algunos negocios al pueblo y pense que me gustaría detenerme para saludarlo; le pregunté cómo iban las cosas, él estaba enojado y dijo: “¡Las cosas no están bien!"; empezó a culparme por todos sus problemas.
El dijo que la gente no estaba pagando sus diezmos; creía que la gente me estaba dando el dinero: “Usted ha estado viniendo por acá a recolectar los diezmos y a crear problemas”, dijo. ¡Oh, él estaba furioso! Más aún, extendió su mano y la metió al carro y me agarró por la corbata. Creí que me iba a sacar del carro.
Esto fue durante la II Guerra Mundial. Yo había tenido un problema en una llanta y había acabado de conseguir una nueva; la llave de tuercas para la llanta estaba exactamente debajo del asiento del conductor. Yo fui tentado - ¡Oh querido Dios, fui tentado!; hasta llegué a extender mi mano y a ponerla en la llave.
Entonces imaginé los titulares: “Pastor del Evangelio Completo golpea a otro pastor del Evangelio Completo en la cabeza” (o quizás hasta lo mató).
Entonces, dije con lágrimas: “Querido hermano, querido hermano, Dios es mi eterno testigo que anteayer a las cuatro de la mañana estuve orando por usted con mis rodillas descubiertas sobre el piso frío de linóleo. Estuve postrado justo sobre mi rostro diciendo: ‘Dios, bendice a mi querido hermano fulano de tal’. Conozco que aquí existen problemas, pues yo pastoreé esta iglesia”.
Cada vez que yo abría mi boca, él saltaba como si le hubiera pegado con un látigo.
Entonces él empezó a llorar y dijo: “¡Dios mío, hermano Hagin! ¡Dios mío, querido hermano! ¡Querido hermano, perdóneme! Yo - yo - yo sabía que todo lo que dije no era correcto; yo tenía que culpar a alguien por mi fracaso. Dios mío, no lo manejé correctamente; no hice bien - sé que no lo hice. He sacado corriendo a la mitad de la gente; he dividido la iglesia. Usted fue un éxito y yo no, y le estaba echando la culpa; perdóneme. ¿Me perdonará?”.
Yo dije: “Seguro, lo perdono”.
Nos abrazamos del cuello el uno al otro. ¿No es eso mejor que pelear? Hoy en día, él es mi amigo y yo soy su amigo. Queridos amigos, yo sé por experiencia propia que si ustedes van a andar en salud divina, van a tener que andar en amor
y orar por los que los ultrajan y los persiguen. Oren por ellos: esa es la mejor forma en el mundo para superar el problema.
Sí, algunas veces he llegado al punto en que quise dejar que la carne me dominara. Como dije, yo quise golpear a ese predicador en la cabeza cuando me acusó de robar, pero no dejaré que la carne me domine.
Observe que la Escritura dice: “No devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición”. Si ellos lo “maldicen”, usted no los maldiga, “sino por el contrario, bendiciendo”. Bendiciendo, bendiciendo, bendiciendo, bendiciendo.
Recuerdo un evangelista que tuvimos una vez. Bendito sea su corazón, ¡en el poco transcurso de tiempo que él estuvo con nosotros, creó más problemas de los que el diablo pudo haber creado! (El diablo había estado trabajando en mi iglesia por dos años y no tuvo éxito, pero ese predicador tuvo éxito en dos semanas).
El no debió haber hecho esto - no era asunto suyo -, pero él salía durante el día, visitaba a los miembros de la iglesia, hablaba con ellos y trataba de indagar sobre cualquier cosa que él pudiera para empezar problemas.
Y fui tentado - oh, fui tentado - a desquitarme con él. Algo me dijo: “Si yo fuera usted, nunca tomaría otra ofrenda para él; tan solo espere hasta el domingo por la noche y diga: ‘esta es la ofrenda del hermano fulano de tal’, pase el plato y no diga mucho acerca de ello, de tal forma que él no obtendrá mucho”. Como ve, eso sería mal por mal y maldición por maldición.
Yo dije: “Justo por eso, don diablo, voy a tomar una ofrenda para él todas las noches”. ¡Y lo hice!, le di el doble, lo bendije. Cuando el diablo vino a mí otra vez, le dije: “¡Si usted no se calla, voy a tomar dos ofrendas por noche para el evangelista!”.
El se calló inmediatamente, no quería que ningún predicador tuviera dos ofrendas por noche. De modo que el evangelista se fue con un “buen sabor en su boca”, y yo preferiría que fuera de esa forma.
Eso tiene algo que ver con la oración y tiene algo que ver con la fe. ¿Por quién debe orar usted? ¿Todos los hermanos que usted sabe que lo tratan bien? No, “orad por los que os ultrajan y os persiguen”. ¿Está usted haciéndolo? Si empieza, esto le ayudará en otras áreas de la vida.