jueves, 25 de noviembre de 2021
Consejos para vivir disfrutando
Santa Colette
Colette es la aféresis de Nicolette, diminutivo femenino de Nicolás, nombre que en castellano se a traducido a Coleta.
Nació Coleta en Corbie, al norte de Francia, cerca de Amiens, el 13 de enero de 1381. Sus padres, el carpintero Roberto Boylet y su mujer Catalina, habían llegado a mayores sin tener descendencia, pero, cuando ya no la esperaban, providencialmente aún tuvieron una hija a la que llamaron Nicolette, familiarmente Colette, en agradecimiento a san Nicolás de Bari, a cuya intercesión atribuían el haberla tenido. La niña creció en un ambiente acogedor y muy religioso. Pero pronto quedó huérfana de padre y madre, y, a sus 18 años, emprendió una complicada y variable experiencia religiosa en la que, durante siete años, pudiera parecer que no acertaba con el destino al que Dios quería llevarla.
Siguiendo el consejo que Jesús da en el Evangelio, vendió todos sus bienes y los distribuyó entre los pobres. A continuación fue pasando de monasterio en monasterio, de institución en institución, sin encontrar sosiego. Primero estuvo en las Beguinas, de las que pasó a las Benedictinas de su pueblo natal; no colmaron éstas sus ansiedades espirituales, y entonces ingresó en las Clarisas; pero, insatisfecha de nuevo, optó por vestir el hábito de la Tercera Orden de San Francisco, en la que tampoco encontró reposo su espíritu, por lo que resolvió aislarse llevando vida solitaria, como «reclusa», en una pequeña ermita cercana a Corbie; esto, sin embargo, no era lo que Dios quería de ella.
A sus 25 años terminó Coleta su peregrinaje claustral. Ella, desde su profunda vida de pobreza y oración, se sintió llamada a renovar la Orden de santa Clara, devolviéndole el espíritu y la observancia que le diera la santa fundadora en su Regla. El P. Enrique de Baume, franciscano, supo discernir los planes de Dios y aconsejó a Coleta que volviera a las clarisas. Obtenida de la curia pontificia la dispensa del voto de reclusión perpetua, Coleta marchó el año 1406 a Niza, donde se encontraba en aquel tiempo Benedicto XIII, y le expuso amplia y detalladamente sus propósitos restauradores. Benedicto XIII, tras detenida y profunda reflexión, entendió que allí estaba la mano de Dios, que era quien guiaba a aquella mujer, por lo que, haciendo uso de su potestad, le impuso el velo de clarisa y la autorizó a reformar los monasterios de la Orden y a fundar otros nuevos. Esto sucedía en los trágicos tiempos del llamado «Cisma de Occidente», con papas y antipapas a la vez, que terminó en 1417. Los cristianos, en su desconcierto y buena voluntad, estaban del lado que tenían por auténtico o que les indicaban sus autoridades. Así, santa Catalina de Siena y santa Catalina de Suecia estaban con el papa de Roma, mientras san Vicente Ferrer y santa Coleta estaban con el de Aviñón, concretamente con Benedicto XIII.
No le resultó fácil a Coleta poner en marcha de inmediato sus proyectos. Durante algunos años fracasaron sus intentos de reforma, hasta que, en 1410, consiguió la reforma de un primer monasterio, el de Besançon, al que siguieron otros hasta un total de 16 ó 17, reformados o fundados de nuevo. Para todos ellos redactó unas Constituciones, que fueron aprobadas por la Iglesia.
También hubo conventos de frailes franciscanos que, permaneciendo bajo la autoridad de los propios superiores, acogieron el impulso renovador de Coleta y volvieron al espíritu y prácticas que san Francisco había querido para su Orden: vida de pobreza sin mitigaciones, vida austera, intensa oración personal y comunitaria, y mucha oración y penitencia por la unidad de la Iglesia, entonces dividida por el Cisma de Occidente.
El alma y motor de la reforma eran sin duda la vida y el ejemplo de Coleta, que había llegado a abandonarse en manos de Dios para serle un instrumento fiel. Su fama de santidad despertó un gran entusiasmo tanto en los monasterios como fuera de ellos. Dios le concedió además dones carismáticos extraordinarios: discernimiento de conciencias, profecía y hasta milagros. En tiempos tan difíciles para la Iglesia y cuando los hijos e hijas de san Francisco y santa Clara se encontraban en situación de manifiesta decadencia, Dios se valió de una mujer del pueblo, llana y sencilla, para llevar a cabo una renovación, aprobada por el Ministro general de los franciscanos en 1434 y por Pío II en 1458, cuya validez corroboran los frutos que entonces dio y que ha seguido danto hasta nuestros días. En la actualidad los monasterios de "coletinas" son unos 140, la mayor parte de los cuales se encuentra en Europa, aunque también los hay en América, Asia y África.
Murió en su monasterio de Gante (Bélgica) el 6 de marzo de 1447, y la canonizó el papa Pío VII en 1807.
Dios es el Labrador
Hoy aprenderemos que Dios es el labrador, y así se le llama al cultivador de plantíos que, con el propósito de recoger frutos de sus árboles, les dedica tiempo a sembrarlos, cuidarlos, protegerlos y alimentarlos, para que el fruto final sea multiplicado y de buena calidad para su propio gozo y deleite. Y en esta ocasión nos soportaremos en la siguiente porción bíblica para enseñar lo que Dios anhela de nosotros, cuando Jesús dijo:
Juan15:1 Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.
2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.
3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.
4 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
6 El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.
7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.
8 En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.
En este caso Dios nos está poniendo un ejemplo con el plantío de uvas (vid), que si es grande se llama viña, los cuales en aquella época era cultivado comúnmente en las laderas de las montañas, despedregando el terreno, donde alrededor se levantaba un cerco de piedra para evitar la entrada de personas y animales merodeadores; y teniendo en cuenta que de todas las plantas cultivadas, la vid es la que más cuidado requiere, se construía entonces una torre para el vigía (vigilante) quien tenía la responsabilidad de cuidar la viña con el fin de protegerla de ladrones o animales intrusos, como zorras y jabalíes; y cuando se observaba que las ramas empezaban a llevar fruto, normalmente eran elevados del suelo para tener especial cuidado de ellas y de su fruto, cuyas ramas era necesario podar frecuentemente para que pudieran producir buenas uvas, pues podar las ramas productivas y cortar las estériles permite conseguir fruto de buena calidad, aprovechando mejor la vitalidad de la planta, y para el tiempo de la vendimia (cosecha, recolección) se tenía tallado un lagar sobre la roca, que es el lugar donde se pisaban las uvas para exprimir el zumo del fruto para hacer vino.
Así que Dios ha puesto como ejemplo esto que muchos de nosotros conocemos, para que entendamos que así como los frutos no se dan por sí solos, sino que salen a través de las ramas de los árboles, para el propósito del cultivador, así mismo hemos de ser nosotros espiritualmente. Hemos de ser esa rama injertada en el árbol de la vida que es Jesús, para que esa rama dé fruto, para que ese espíritu muerto, vacío, y sin la relación íntima con Dios, una vez se una a Jesús en un mismo espíritu con él reciba la vida, y empiece a brotar de ella frutos para el propósito de Dios, quien es nuestro labrador. Aunque esto solo es posible si estamos unidos al árbol de la vida, porque separados de Jesús, nada somos, sino simplemente unos seres espirituales condenados a la muerte eterna, para ser echados después al fuego, donde es el lloro y el crujir de dientes.
Veamos que estaba escrito en el Antiguo Testamento:
Isaías5:1 Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi amado una viña en una ladera fértil.
2 La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres.
3 Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña.
4 ¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres?
5 Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será consumida; aportillaré su cerca, y será hollada.
6 Haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerán el cardo y los espinos; y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella.
7 Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta deliciosa suya. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor.
Dios quiere que seamos parte de su viña, que demos fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno, y por eso fue dicho por el profeta en los Salmos:
Salmos128:3 Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa.
Nosotros somos espiritualmente la mujer del Hijo de Dios. Unidos a Jesús en un solo espíritu con él somos también sus hijos, y así como Jesús vino y dio su vida por nosotros, así también Dios Padre quiere que nosotros también estemos dispuestos a ser sus instrumentos santos para que el Hijo continúe la obra en nosotros, llevando a otros el fruto de la vida que es su Palabra, la cual es espíritu y es vida para nuestro espíritu, como está escrito en Juan6:63
Por otra parte Jesús dice que como pámpanos que hacemos parte de la vid verdadera ya fuimos limpiados con las Palabras que Jesús nos habló, porque hemos creído que él es el Mesías a quien el pueblo de Israel estaba esperando, porque hemos creído que él salió de Dios y no de los hombres, y que por su sangre todos nuestros pecados ya fueron borrados y quitados.
Pero si de nuestros labios no está saliendo ese mensaje de salvación que Dios nos ha revelado para que otros también vengan y reciban el alimento de vida, y beban del mismo espíritu que Dios nos dio a beber, y confesemos a otros quién es Jesús, pues no estamos dando fruto, por lo que seremos cortados de la vid y solo serviremos como leña en el fuego.
Y vimos en Isaías 5 que hay uvas cuidadas por el labrador de la viña y hay uvas silvestres que no son de alimento, y este tipo de vid es el que Jesús mismo va a pisar en el lagar de la ira de Dios en el día del juicio.
Apocalipsis19:13 Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS.
14 Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.
15 De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.
Por lo tanto, creamos y permanezcamos en Jesús. No desfallezcamos ni nos distraigamos. Velemos para que nuestra fe en Jesús no falte, y podamos predicarle a muchas otras personas. Dios los bendiga.
Oración a María en la Ascensión de Jesús
Si eres devoto de la Virgen María, estas oraciones para todos los días a María en la Ascensión de Jesús son para ti. No te pierdas de más oraciones en nuestro blog Mensaje Positivo.
Oración a María en la Ascensión de Jesús
¡Oh María! durante el bello Mes que os está consagrado, todo resuena con vuestro nombre y alabanzas. Vuestro santuario resplandece con nuevo brillo y nuestras manos os han elevado un trono de gracia y de amor, desde donde presidís nuestras fiestas y escucháis nuestras oraciones y votos. Para honraros, hemos esparcido frescas flores a vuestros pies y adornado vuestra frente con guirnaldas y coronas. Mas ¡oh María! no os dais por satisfecha con estos homenajes: hay flores cuya frescura y lozanía jamás pasan y coronas que no se marchitan. Estas son las que Vos esperáis de vuestros hijos; porque el más hermoso adorno de una madre es la piedad de sus hijos, y la más bella corona que pueden deponer a sus pies es la de sus virtudes. Sí; los lirios que Vos nos pedís son la inocencia de nuestros corazones; nos esforzaremos pues, durante el curso de este Mes consagrado a vuestra gloria ¡oh Virgen santa! en conservar nuestras almas puras y sin mancha y en separar de nuestros pensamientos, deseos y miradas aún la sombra misma del mal. La rosa cuyo brillo agrada a vuestros ojos es la caridad, el amor a Dios y a nuestros hermanos: nos amaremos, pues, los unos a los otros como hijos de una misma familia, cuya madre sois, viviendo todos en la dulzura de una concordia fraternal. En este Mes bendito procuraremos cultivar en nuestros corazones la humildad, modesta flor que os es tan querida; y con vuestro auxilio llegaremos a ser puros, humildes, caritativos, pacientes y resignados. ¡Oh María! haced producir en el fondo de nuestros corazones todas estas amables virtudes; que ellas broten, florezcan y den al fin frutos de gracia para poder ser algún día dignos hijos de la más santa y de la mejor de las madres. Amén.
CONSIDERACIÓN
Jesús había terminado ya su misión sobre la tierra, había llegado la hora en que los decretos eternos lo llamaban al cielo a recibir las coronas y palmas del glorioso triunfador. Cuarenta días hablan transcurrido desde su resurrección cuando, en compañía de su Madre y de sus apóstoles y discípulos se encaminó Jesús al monte Olivote. El teatro primero de sus padecimientos debía ser también el último testigo de su gloria y la tierra que recibió las primeras gotas de sangre, conservó la última huella marcada por sus pies durante su peregrinación terrestre.
Allí, después de haber fijado sus amorosas miradas en Maria, como si le dijera: ¡hasta luego! y de haber bendecido a sus discípulos, se levanta majestuosamente en los aires y vuela por los espacios llevado en las plumas de los vientos, entre los acordes ecos de las arpas angélicas y mientras las nubes, abriéndose a su paso, iban agrupándose a sus pies para formar digna peana al libertador del linaje humano. Esas mismas diáfanas y blanquísimas nubes agrupadas en torno suyo lo arrebataron a las miradas absortas de los discípulos, hasta que un ángel, desprendido de la celeste turba, vino a sacarlos de su arrobamiento para decir les: «Varones de Galilea, ¿por qué os entretenéis mirando al cielo? el mismo a quién habéis visto subir volverá un día rodeado de gloria y majestad.»
Los discípulos bajaron los ojos asombrados a la vista de tan estupendo prodigio; pero Maria vería sin duda penetrar a su Hijo en la mansión del gozo eterno cuyas puertas acababa de abrir con su muerte para dar entrada en ella a los desventurados hijos de Adán. Ella lo verla tomar posesión del trono que le estaba aparejado como vencedor de la muerte y del pecado, verla la corona inmortal con que fue ceñida su frente por mano del Eterno Padre. La que habla bebido en toda su amargura el cáliz de la pasión, era conveniente que bebiese también en el cáliz de eterno gozo que Jesús acercaba en ese momento a sus labios. La que iba a que dar todavía en la tierra, como una enredadera privada de su arrimo, era justo, que para con solarse en su orfandad contemplase anticipadamente la gloria que coronaba a su Hijo.
Penetremos también nosotros como María en esa morada feliz, término dichoso de nuestra amarga peregrinación. Fijemos en ella nuestra vista para avivar nuestros deseos de alcanzarla por el mérito de nuestras buenas obras, y no separemos jamás de allí nuestro pensamiento. ¡Patria querida! ¡Quién pudiera respirar tus brisas perfumadas, descansar a la sombra de tus árboles de vida y beber en tus fuentes de di cha inmortal! ¡Ah! qué necios somos al poner nuestro corazón en la tierra, al cifrar nuestra felicidad en los vanos gozos del mundo y al fijar nuestros ojos en este valle de miserias, donde la desgracia es nuestra herencia, el llanto nuestro pan de cada día y la vaciedad el resultado de nuestros locos afanes. En el cielo todo es bienaventuranza: allí no hay hambres que atormenten, ni fríos que entumezcan, ni ardores que abrasen, ni dolencias que martiricen. Allí no hay mas que una sola edad, -la juventud; una sola estación,- la primavera; un día sin noche, un cielo sin nubes… Allí el alma siente saciados todos sus deseos; la inteligencia, contemplando a Dios, conoce toda verdad; el corazón amando a Dios, se embriaga en océano de amor. Y todos esos goces serán eternos como el mismo Dios, allí no habrá jamás ni cambios, ni mudanzas, ni temores; lo que se poseyó desde el principio, será eterna mente poseído.
EJEMPLO
Una de las últimas apariciones con que la Santísima Virgen ha demostrado su inagotable amor por los hombres es la que tuvo lugar el 19 de septiembre de 1846 en la montaña de la Saleta en Francia. Los favorecidos con esta maravillosa aparición fueron dos pastorcitos de aquellos contornos, llamados Melania Matthieu y Maximino Girant, hallados dignos por su angelical candor de ser ecos de la voz misericordiosa de María que llama al mundo a penitencia.
Cuando el sol había disipado las brumas que en la mañana coronan las alturas de la montaña, los dos pastores treparon por sus laderas guiando las ovejas confiadas a su cuidado. Cuando llegó la hora de hacer sestear el ganado, los dos niños bajaron a una hondonada donde brotaba un manantial de purísimas corrientes. Hallábanse en aquel sitio agreste y silencioso, cuando vieron cerca de ellos, sentada junto al barranco, a una esbelta y hermosísima Señora cercada de una luz suave como la de la luna, que tenía los codos apoyados en las rodillas y el rostro oculto entre las manos en la actitud del que padece un gran dolor. Sorprendidos los inocentes niños con esta aparición en aquellos parajes solitarios y absortos, tuvieron miedo y se preparaban a huir cuando la Señora, poniéndose en pie, les dice con una voz dulcísima que serenó sus corazones: «No temáis, hijos míos, acercaos, que quiero anunciaros una importante nueva.»
Estas dulces palabras infundieron valor en el pecho de los tímidos pastores, y acercáronse a la Señora y se colocaron el uno a su diestra y el otro a su siniestra. En esta disposición, con el acento de una persona oprimida de dolor les habló mas ó menos en estos términos: «Hijos míos, vengo a deciros que mi divino Hijo esta irritado con los que, por su culpa, no observan la ley, y va a castigarlos pronto. Si no lo ha hecho antes, es porque yo detengo su brazo vengador; pero pesa ya tanto que no bastan mis fuerzas a contenerlo, si mi pueblo no se enmienda. Nadie en el mundo es capaz de comprender las penas que sufro por los hombres, cuyos crímenes provocan la justa indignación de mi Hijo. Sólo a mi intercesión debéis la dilación del castigo; porque las súplicas de cualquier otro mediador no son ya bastantes, y por esto las mías son continuas… »
«Mi Hijo, dio a los hombres seis días para trabajar, y se reservó el séptimo; pero los hombres se lo niegan, no absteniéndose de trabajar los domingos… Las blasfemias son otro crimen con que irritan a Dios en gran manera; viendo que se profana indignamente su santo nombre, mezclándolo con palabras obscenas o injuriosas, por el más leve motivo… Innumerables cristianos desprecian la observancia del ayuno y de la abstinencia, y se arrojan, como perros voraces a la comida, sin hacer distinción de días ni de manjares prohibidos. »
Después de estas quejas y amenazas, la celestial Señora comunicó separadamente a los dos pastores ciertos secretos que debían reservar por algún tiempo: pero que al fin, fueron comunicados al Papa Pío IX, de inmortal memoria, el año de 1851. Súpose entonces que los secretos confiados a Melania consistían en el anuncio de grandes castigos, si los hombres y los pueblos continuaban en el mal camino, de los cuales más de uno ha tenido ya cabal cumplimiento; y los secretos de Maximino anunciaban la misericordia y rehabilitación de todos.
Terminada la entrevista con los pastorcillos, la Reina del cielo les añadió: «Os encargo que participéis a mi pueblo todo lo que os he dicho…» Luego comenzó a alejarse y a elevarse en los aires llena de majestad, hasta que vuelto el peregrino rostro hacia el Oriente fue desapareciendo como un a visión fantástica ante los ojos atónitos de los pastores que la seguían con ávidas miradas, quedando iluminado el espacio con una claridad deslumbradora.
Hoy corona aquellos agrestes y memorables sitios una suntuosa basílica en honra de la bienaventurada Virgen María, para eterna memoria de esta dulce aparición, cuya verdad ha sido confirmada por la voz de los milagros y la aprobación de la iglesia.
Acudamos a María para que continúe siendo nuestra abogada e intercesora delante de la Divina Justicia, justamente irritada por nuestras culpas.
JACULATORIA
Jamás perece ¡oh María!
quien a tu seno se acoge
y en tu protección confía.
ORACIÓN
¡Oh amorosísima María! ¡Qué dulce es para los desgraciados levantar hacia Ti sus miradas suplicantes e invocar tu protección en medio de las aflicciones de la vida! Hay en tu seno de madre consuelos que en vano se buscan en la tierra y bálsamo tan celestial que cura por completo las llagas mas hondas que el pesar abre en el alma. No en vano todos los que padecen te invocan como a la soberana consoladora de todos los males, como el remedio de todas las dolencias, como el refugio en todas las necesidades públicas y privadas. Felices los que en Ti confían, felices los que te llaman y más felices aun los que te aman como madre y te veneran como reina. Por el gozo que experimentaste al ver subir al Cielo a tu Hijo para recibir las coronas del triunfo, te ruego que no me dejes jamás desamparado en medio de las tinieblas, de los peligros y de las desgracias que siembran el camino de la vida. No me desampares, Señora, basta dejarme en posesión de la patria celestial; templa con tu mano cariñosa las amarguras de mi vida, y si fuere del agrado de Dios que yo padezca, dígnate sostenerme en las horas de la prueba para que no desfallezca antes de tocar el término de mi jornada, a fin de que sufriendo con Jesús, merezca gozar también de las eternas recompensas. Amén.
Oración final para todos los días
¡Oh María!, Madre de Jesús, nuestro Salvador, y nuestra buena Madre nosotros venirnos a ofreceros con estos obsequios que traemos a vuestros pies, nuestros corazones, deseosos de seros agradables, y a solicitar de vuestra bondad un nuevo ardor en vuestro santo servicio. Dignaos presentarnos a vuestro divino Hijo; que en vista de sus méritos y a nombre de su santa Madre dirija nuestros pasos por el sendero de la virtud; que haga lucir, con nuevo esplendor, la luz de la fe sobre los infortunados pueblos que gimen por tanto tiempo en las tinieblas del error; que vuelvan hacia él y cambie tantos corazones rebeldes, cuya penitencia regocijará su corazón y el vuestro; que confunda a los enemigos de su Iglesia, y que, en fin, encienda por todas partes el fuego de su ardiente caridad, que nos colme de alegría en medio de las tribulaciones de esta vida y de esperanza para el porvenir. Amén.
PRÁCTICAS ESPIRITUALES
1. Hacer un cuarto de hora de meditación sobre la felicidad del cielo, a fin de avivar en nuestro corazón el deseo de alcanzarla con nuestras buenas obras.
2. Oír una misa en sufragio del alma mas devota de María.
3. Sufrir con paciencia las contrariedades ocasionadas por las personas con quienes vivimos y tratamos.
miércoles, 24 de noviembre de 2021
Oración a la Santa Muerte para encontrar la riqueza espiritual, material y a la persona ideal
Reza 7 veces esta Oración a la Santa Muerte para encontrar la riqueza espiritual, material y a la persona ideal. Deposita toda tu fe para que tu deseo y pedido se cumpla.
Recuerda realizar el rezo 7 veces, que es el número mágico necesario para que se cumpla tu plegaria.
Además de compartir en tus redes sociales, te invitamos a realizar otra Oración a la Santa Muerte para pedir un milagro.
Encontramos esta oración en Facebook y sabemos que muchos devotos de la Santa Muerte buscan en nuestro blog oraciones para conseguir sus objetivos.
Quizás también te interese esta Oración a la Santísima Muerte para atraer a nuestro ser amado que también ha sido comprobada por varios usuarios del blog.
Si esta oración funciona para ti y te concede el milagro o pedido realizado, comenta debajo para que otras personas sepan del poder de la Santísima Muerte.
Oración a la Santa Muerte para encontrar la riqueza espiritual, material y a la persona ideal
Por las 7 potencias de la Santa Muerte.
Por las 7 maravillas del Mundo.
Por los 7 colores del Arcoíris.
Por los 7 Elementos que porta mi Niña Blanca.
Por los 7 Días de la Semana.
Por este número mágico Santísima Muerte, ayúdame a encontrar la riqueza espiritual, material y a la persona ideal...
Ayúdame, que cada color sea un éxito en mi vida y que en los juegos de azar y mis noches de trabajo me den 7 satisfacciones y yo humildemente te rezo 7 oraciones.
Santa Muerte protectora, dame el éxito que necesito, Poderosa Niña Blanca, tu que tienes el poder de elegir nuestro destino te pido me ayudes alcanzar todos mis anhelos, sueños y metas.
Así es, así sea y así será...
AMEN SANTA MUERTE
Prometo publicar 7 veces en mis redes sociales y rezarlo 7 veces para que mi pedido sea concedido.
Mí pedido es concedido.
Amén Amén Amen.