Hoy aprenderemos que Dios es el labrador, y así se le llama al cultivador de plantíos que, con el propósito de recoger frutos de sus árboles, les dedica tiempo a sembrarlos, cuidarlos, protegerlos y alimentarlos, para que el fruto final sea multiplicado y de buena calidad para su propio gozo y deleite. Y en esta ocasión nos soportaremos en la siguiente porción bíblica para enseñar lo que Dios anhela de nosotros, cuando Jesús dijo:
Juan15:1 Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.
2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.
3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.
4 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
6 El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.
7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.
8 En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.
En este caso Dios nos está poniendo un ejemplo con el plantío de uvas (vid), que si es grande se llama viña, los cuales en aquella época era cultivado comúnmente en las laderas de las montañas, despedregando el terreno, donde alrededor se levantaba un cerco de piedra para evitar la entrada de personas y animales merodeadores; y teniendo en cuenta que de todas las plantas cultivadas, la vid es la que más cuidado requiere, se construía entonces una torre para el vigía (vigilante) quien tenía la responsabilidad de cuidar la viña con el fin de protegerla de ladrones o animales intrusos, como zorras y jabalíes; y cuando se observaba que las ramas empezaban a llevar fruto, normalmente eran elevados del suelo para tener especial cuidado de ellas y de su fruto, cuyas ramas era necesario podar frecuentemente para que pudieran producir buenas uvas, pues podar las ramas productivas y cortar las estériles permite conseguir fruto de buena calidad, aprovechando mejor la vitalidad de la planta, y para el tiempo de la vendimia (cosecha, recolección) se tenía tallado un lagar sobre la roca, que es el lugar donde se pisaban las uvas para exprimir el zumo del fruto para hacer vino.
Así que Dios ha puesto como ejemplo esto que muchos de nosotros conocemos, para que entendamos que así como los frutos no se dan por sí solos, sino que salen a través de las ramas de los árboles, para el propósito del cultivador, así mismo hemos de ser nosotros espiritualmente. Hemos de ser esa rama injertada en el árbol de la vida que es Jesús, para que esa rama dé fruto, para que ese espíritu muerto, vacío, y sin la relación íntima con Dios, una vez se una a Jesús en un mismo espíritu con él reciba la vida, y empiece a brotar de ella frutos para el propósito de Dios, quien es nuestro labrador. Aunque esto solo es posible si estamos unidos al árbol de la vida, porque separados de Jesús, nada somos, sino simplemente unos seres espirituales condenados a la muerte eterna, para ser echados después al fuego, donde es el lloro y el crujir de dientes.
Veamos que estaba escrito en el Antiguo Testamento:
Isaías5:1 Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi amado una viña en una ladera fértil.
2 La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres.
3 Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña.
4 ¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres?
5 Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será consumida; aportillaré su cerca, y será hollada.
6 Haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerán el cardo y los espinos; y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella.
7 Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta deliciosa suya. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor.
Dios quiere que seamos parte de su viña, que demos fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno, y por eso fue dicho por el profeta en los Salmos:
Salmos128:3 Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa.
Nosotros somos espiritualmente la mujer del Hijo de Dios. Unidos a Jesús en un solo espíritu con él somos también sus hijos, y así como Jesús vino y dio su vida por nosotros, así también Dios Padre quiere que nosotros también estemos dispuestos a ser sus instrumentos santos para que el Hijo continúe la obra en nosotros, llevando a otros el fruto de la vida que es su Palabra, la cual es espíritu y es vida para nuestro espíritu, como está escrito en Juan6:63
Por otra parte Jesús dice que como pámpanos que hacemos parte de la vid verdadera ya fuimos limpiados con las Palabras que Jesús nos habló, porque hemos creído que él es el Mesías a quien el pueblo de Israel estaba esperando, porque hemos creído que él salió de Dios y no de los hombres, y que por su sangre todos nuestros pecados ya fueron borrados y quitados.
Pero si de nuestros labios no está saliendo ese mensaje de salvación que Dios nos ha revelado para que otros también vengan y reciban el alimento de vida, y beban del mismo espíritu que Dios nos dio a beber, y confesemos a otros quién es Jesús, pues no estamos dando fruto, por lo que seremos cortados de la vid y solo serviremos como leña en el fuego.
Y vimos en Isaías 5 que hay uvas cuidadas por el labrador de la viña y hay uvas silvestres que no son de alimento, y este tipo de vid es el que Jesús mismo va a pisar en el lagar de la ira de Dios en el día del juicio.
Apocalipsis19:13 Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS.
14 Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.
15 De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.
Por lo tanto, creamos y permanezcamos en Jesús. No desfallezcamos ni nos distraigamos. Velemos para que nuestra fe en Jesús no falte, y podamos predicarle a muchas otras personas. Dios los bendiga.
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