Cuenta una historia que había una vez dos países fronterizos llamados:
a) “Enseñilandia” (país dedicado a la enseñanza, a la acumulación de conocimientos)
b) “Aprendilandia” (país que tiene como objeto asimilar nuevas enseñanzas para crecer)
a) “Enseñilandia” (país dedicado a la enseñanza, a la acumulación de conocimientos)
b) “Aprendilandia” (país que tiene como objeto asimilar nuevas enseñanzas para crecer)
Parecían dos países complementarios, muchos de los ciudadanos de Aprendilandía acaban adquiriendo la nacionalidad de Enseñilandia. La interacción de estas dos naciones provocaba la “chispa” que hacía que la sociedad continuara evolucionando. En cambio eran muy temidos los conflictos entre los dos países, altamente negativos para el desarrollo.
Un rumor decía que el exceso de conocimientos puede provocar el colapso de Enseñilandia. Que esos conocimientos deben compartirse, lo contrario sería transgredir el primer artículo de la constitución de Enseñilandia. El único artículo de la constitución de Aprendilandia dice que todos son ciudadanos de Aprendilandia mientras están vivos.
Un observador externo muy sabio se dio cuenta de que no se trataba de dos países, en realidad son dos colectivos que forman un único país llamado: LA HUMANIDAD. Pero tienen la costumbre de inventar fronteras donde no las hay y de crear barreras que los separan de forma artificial.
Ese mismo observador se ha dado cuenta de algo importante. Que durante la mayor parte de la vida todos somos maestros de otros que están por debajo y aprendemos de maestros que están por encima. Es una bella cadena de transmisión del conocimiento. Cualquier maestro, por grande que sea, un día no tan lejano fue aprendiz…
0 comments:
Publicar un comentario