Reflexión : Inclusión de cotillón
Ayer me siento en un bar en Nueva Córdoba con un amigo y la señora. Llega la encargada de atendernos, nos saluda con una sonrisa y se da el siguiente dialogo que me trajo un recuerdo de una charla con unos amigos:
- Hola chiques!.-
- Chiques? le dije yo, también con una sonrisa.-
- Así es! , somos un bar inclusivo. Orgullosamente lo decía.-
- Mira que bien, me viene bárbaro entonces, porque en un ratito viene mi hermana que es ciega. Tienen la carta en braille?-
- Ay no, eso no tenemos. Me dijo la verdad un poco preocupada.-
- Apa! Y no vas a creer, pero viene con mi hijo, que es autista. ¿Carta con pictogramas para la gente autista, tienen? Le pregunte.-
- Y no, perdón… Me dijo visiblemente nerviosa.-
- No te hagas drama, suele pasar. Pero la verdad me imagino que lenguaje de señas para los clientes sordos no deben saber.-
- La verdad me estas matando. Me contesto sonriendo nerviosa.-
Ella ya no estaba cómoda, sonreía con vergüenza, un poco de culpa, y un poco de embole también. Y ahí le dije:
- No te hagas drama, suele pasar en todos los bares. Pero entonces lamento contarte que no son un bar inclusivo, son un bar progre de cotillón.
- Porque me decís eso!?
- Porque esos tres casos que te acabo de mencionar, son 3 grupos de gente absolutamente excluidos del sistema. En tu caso acá en el bar, casi que no podrían pedir lo que quieren porque no podrían hacerte un pedido. Algo tan básico como comunicarse y pedir que comer.
Queres ser inclusivo? Incluí a todos ellos, y todos los que el sistema directamente no da lugar. Es difícil, si y mucho. Porque si yo digo que ayudo a los pobres porque le doy $50 por mes a un pobre, no estoy ayudando, estoy haciendo ayuda de cotillon, de maquillaje, esa que se ve lindo, pero que sabemos que no sirve para nada mas que disfraz.
Después nos trajeron el pedido, incluida la cuenta, esa la tenían en el idioma que quieras.
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